El tacto atestigua la “realidad objetiva” corno algo externo que no es uno mismo. Como ha escrito Walter Ong: “Y, sin embargo, por la misma razón que atestigua el no-yo más que cualquier otro sentido, el tacto implica a mi propia subjetividad más que ningún otro sentido. Cuando siento este algo objetivo ahí fuera, más allá de los límites de mi cuerpo, también, en el mismo instante, experimento mi propio yo. Me siento simultáneamente otro y yo”.